Diestro soldado Durtenw, especialista en el manejo de la alabarda. Nacido como la mayoría de los de su especie, en el oasis de las almas, aclamada su alma por Keyann, para ser su discípulo y ser instruido en el arte de la guerra. De ella también absorbió su manera de pensar, estrechando vínculos y siendo a ojos de los demás, el binomio perfecto en cuanto a tareas defensivas. Enseguida se hizo un nombre, y se ganó el respeto de todos. Aun estando a la sombra de su maestra, se yergue orgulloso por ser parte de lo que él cree, algo especial.
Como muchos de los suyos, había visto y comprendido que Keyann, sería una candidata firme a ser su líder, y no dudó en hacérselo saber e insistirle en innumerables ocasiones. Tras conseguir que su palabra fuese atendida en el foro, Keyann partió, dejando al cargo de su mando a su discípulo. Accediendo Jarman con egregio honor, conociendo y apoyando completa y ciegamente los ideales de su maestra. Sus actos y manejo de las tropas durante su breve mando, no quedó en el olvido, y se ganó la confianza de muchos, quienes consideraron que sería un excelente sucesor en caso de necesidad. Se ganó definitivamente este respeto, haciendo frente a los exasperantes Goritia, pues sus intensas incursiones le brindaron la oportunidad de darse a relucir.
Curtidos ante la estrategia anti-Goritia, se vieron sorprendidos, pues lejos de seguir la tónica brutal y descontrolada de sus ataques, realizaron una maniobra subterránea, llegando casi hasta su preciado oasis de almas, el cual intentaron invadir. Sin embargo, Jarman se encontraba en el lugar adecuado en el momento propicio, pues enseguida lideró a los pocos efectivos que tenía a su alcance, manteniéndolos a raya, demostrando astucia y fuerte determinación, en los acuciantes actos que determinarían el desenlace que puso el nombre de Jarman entre los héroes de su especie. Entablaron feroz batalla, en la que llegaron a acudir miles de almas Durtenw, algunas decenas perecieron. Sin embargo, la descomunal fuerza de Jarman y sus habilidades en combate, hicieron que aquellas criaturas retrocediesen, presas del pavor hasta sus tierras. Su siguiente decisión también fue clave, pues hizo crear un muro subterráneo a lo largo de los límites de su territorio, cientos de expertos magos en el uso del elemento arcano de la tierra, crearon el que sería el mayor escudo mágico subterráneo y duradero de su historia, pues como más adelante se demostró, los Goritias fueron incapaces de atravesarlo.
Cumplió su cometido durante muchas jornadas, hasta que su maestra volvió. Su rostro demandaba de su atención, pues la conocía demasiado bien como para no darse cuenta de que algo la atormentaba. Tras arrancarle la verdad, enfureció, e imprudentemente partió a Jhoriya, la capital, a desafiar a su líder, pues compartía sus ideales y no podía soportar ver a su amiga en ese estado. Según su forma de ver, su líder había traicionando a su raza y a sus hermanos Sintiary. Keyann lo detuvo y le hizo entrar en razón, sus leyes les impedían contrariar las decisiones de sus líderes, así pues, sus actos le iban a llevar directamente a la transmutación energética, perdiendo su ser en la basta corriente interna del planeta. Le prometió que haría lo posible para compensar la deuda que ella misma se había impuesto por su no interacción, la cual, sin duda marcaría una diferencia en el futuro de las razas implicadas.
Desde aquel entonces, jamás se separó de ella, luchando codo con codo, haciéndose más fuerte y aprendiendo nuevas habilidades. Prometiéndole ayudar en lo que fuese menester para saldar esa deuda que su raza había contraído con los Sintiary. Sin saber, que ambos estarán implicados en un nuevo hito histórico, que las generaciones futuras recordarán por milenios, junto a sus nombres y sus heroicos actos, en la preservación de la paz y la integridad de Rahaylimu.