Kurumante

Nuevo personaje en la segunda entrega de la #SagaGaldin

Lo que todo Itih es por definición, emprendedor, resuelto, inventor, ingeniero, y siempre en busca de nuevos artilugios que puedan satisfacer alguna de sus rutinas. Las ideas explotan en su cabeza, y aunque son tranquilos y sosegados, a Kurumante le encantaría ser más rápido, pues sus invenciones se acumulan en su mente, y siempre va varios pasos por delante de sus colegas creadores.

Nació en la antigua tierra Itih de Sorva, mucho después de que sus antepasados se marcharan con Athelán hacia otra región remota, durante su vida siempre había oído historias sobre esos atrevidos exploradores, halagadoras y menospreciantes, todo un conflicto de relatos que no han hecho más que marcar su vida y las de todos los Itih.

Pronto se vio abrumado por la sencillez y la rutina de sus quehaceres, necesitaba innovar, ¿cómo? Pues gracias a todas aquellas historias, era conocedor de una substancia que poco agradaba a sus vecinos, el residuo del poder arcano. Por este motivo y a espaldas de sus conocidos, trabajó en el más absoluto anonimato en decenas de artilugios de todo tipo, para cualquier uso en cualquier aspecto de sus vidas. Pero, estas prácticas no son sencillas de esconder, pues necesita de un cuantioso gasto de poder arcano para que se genere el suficiente residuo, para poder siquiera trabajar con él.

El gran consejo Itih no se demoró en darse cuenta de sus ausencias, y de las practicas que llevaba a cabo, le reprendieron cual vulgar ladrón, y le obligaron a desempeñar trabajos que ningún Itih querría. Como mantener relaciones saludables con sus vecinos de región para vender sus artilugios y adquirir, cuando fuese necesario, las materias primas para poder continuar con los progresos mecánicos.

Confinado en una enorme sala de subastas, pasaba los días ingeniando nuevos proyectos que nunca podría llevar a cabo, hasta que, para sorpresa de todos, una comitiva de Athelán irrumpió portando noticias, víveres y algún que otro invento que para sus paisanos no llamase excesivamente la atención. Pero si llamó la atención de Kurumante, quien se apresuró sin motivo alguno, pues nadie más parecía tener la misma intención, de querer atenderles. Disimuló cuanto pudo, frunciendo el ceño y exagerando para que todos viesen sus negativos ademanes, y poder hablar con ellos a escondidas sobre la veracidad de tantos relatos que hubo oído durante su vida.

Fokux, líder de la expedición Athelán, no dudó en que se uniese a ellos, y tras el paso por la sala de subastas, se dirigió directamente a hablar con el ahora dirigente Itih, ofreciéndole a cambio de la liberación Kurumante un favor entre líderes.

Así pues, Kurumante marchó con la comitiva, a lo que sería para él el mejor de los destinos posibles para expandir su ingenio, y explorar aquellas ahora no prohibidas maquinaciones con el residuo del poder arcano.

Itih

Los Itih, nueva raza en la segunda entrega de Galdin.

Raza sin igual en Rahaylimu, constructores, artífices, son considerados como proveedores de todo aquello que se pueda necesitar, y de todo aquello que nadie jamás logró soñar, sus habilidades creativas no tienen parangón en consonancia con el poder arcano. Les encanta pasar su tiempo ingeniando nuevos artefactos para hacer de la vida un lugar más fácil, son también excelentes mercaderes, y aun mejores navegantes, habilidad esta última, a la que no le sacan todo el partido que podrían, pues prefieren no alejarse de sus dominios, así pues, rechazan por completo la exploración de lugares y regiones desconocidas, aun así, esto no les impide albergar conocimiento, pues a ellos intentan acudir desde remotos lugares, permitiéndoles ser conocedores de multitud de historias que satisfacen sus curiosidades y permite que su ingenio y desarrollo crezca día a día.

De talla menuda, en términos generales la mitad que un humano adulto, cabezudos, de cara ancha y ojos grandes y almendrados, gran boca y pronunciada nariz, cráneo alargado cubierto generalmente por lacias cabelleras que les cubre hasta la mandíbula, largos y delgados cuellos que descansan en estrechos hombros, desde los que cuelgan largos brazos hasta casi tocar el suelo, proporcionado cuerpo y ataviados con sedosas vestiduras en multitud de colores a discreción del gusto de cada uno.

Su historia se remonta a varios milenios tras la guerra primigenia, procedentes de las antípodas de Rethah, desde donde son desterrados y despojados de sus bienes y tierras, pues sus prácticas creativas no fueron bien recibidas por la población, razón no les faltaba, ya que una de sus creaciones quiso ser demasiado osada, crearon una ciudad totalmente mecanizada, así pues, tanto las casas, como las calles, el subsuelo, puentes, túneles, mobiliario urbano, camas, mesitas de noche, todo cuanto conocían había sido creado por ellos. Nadie tenía la más mínima queja en cuanto a su estilo de vida, pues ellos mismos se la crearon, y todos y cada uno había crecido conociendo y aportando mejoras para el bien común. Hasta que, el conocimiento de sus más aventurados creadores, logró manipular algo que a todos aterraba, no por su condición, no por su poder destructivo, sino, simplemente por la reputación que esa substancia se había ganado y siempre recordado generación tras generación, descrita de raza a raza, proveniente de la destrucción y el caos que causó durante la mencionada guerra primigenia. El uso del residuo del poder arcano les dotó de una nueva fuente de energía, que utilizaron para darle vida a sus creaciones, fue así, que su ciudad despertó, esta misma se auto abastecía absorbiendo el residuo de las regiones circundantes, desequilibrando los ecosistemas y cambiando drásticamente la forma de vida Itih, así como la de las razas vecinas. Hubo consenso entre todas ellas, y decidieron que esa nueva aberración mecánica no podía coexistir con ellos. Los Itih, capitularon, y la mayoría estuvo de acuerdo con esta decisión, mas, no todos compartían su afán conservacionista, así pues, decidieron irse con lo puesto, y lo puesto fue la ciudad entera, esta, consciente y activa, se adaptó, y partió en vuelo hacia donde actualmente se ubica, las profundidades del Mar Gaspiano, donde aislados, al menos por un tiempo de toda vida terrestre, desarrollarán su vanguardista forma de vida.