Télcar

Hijo de campesinos, nacido en la aldea de Forn, criado en el campo, desde muy pequeño tomó la responsabilidad de los cuidados de la granja junto a sus padres. En su tiempo libre, acompañaba a su amigo Laitoh a explorar por los aledaños bosques de la aldea, por donde fantaseaban imaginado que eran fuertes, hábiles y respetados cazadores.

Su carisma e ímpetu era inusual, siempre alardeaba antes las jóvenes de la aldea, exhibiendo su fuerza, pues la dureza del campo lo había convertido en un fornido hombre desde temprana edad, a pesar de que la mayoría pensase que era un fanfarrón, todos le querían, pues no sólo era diligente, protector y honrado, sino que su carisma animaba a la gente y sus bromas y sentido del humor eran únicos en la aldea. Tan así es, que sus padres, los días de mercado, lo mandaban a él para la venta de los productos cosechados.

Cuando su amigo Laitoh cumplió los dieciséis años, partió en su peregrinaje a cumplir su sueño de convertirse en mago, sin tener muy clara su especialización, la cual escogería durante su viaje. Télcar le acompañó un tramo en el momento de dejar Forn, donde se despidieron, prometiendo Laitoh regresar algún día convertido en el mago que ansiaba ser, separándose sus caminos y volviendo Télcar a la aldea.

Pasados unos años, los padres de Télcar murieron por causas naturales, quedando él a cargo de la granja, lo que le obligo a dedicarle todo su tiempo, cosa que hizo que se fortaleciese mucho más. Un tranquilo día, un gran terremoto sacudió la zona, afectando en gran parte a la aldea de Forn, sufriendo grandes daños estructurales, entre los cuales se encontraban las tierras de Télcar, perdiendo su granja y sus campos, que quedaron gravemente dañados e impracticables. Aquello fue un duro golpe para su moral, pues era lo único que tenía y lo único que sabía hacer.

Aquella catástrofe atrajo a centenas de bandidos a Forn, saqueando lo poco que les quedaba, aprovechando su vulnerabilidad, pero Khan, su líder, les defendía con gran esmero, a pesar de su avanzada edad, que le jugaba malas pasadas. En una de las incursiones, Khan se vio superado en número, durante una escaramuza, quedó malherido e incapaz de mantenerse en pie, lograron separarle de su resplandeciente y majestuoso escudo, que tras un fuerte golpe le fue imposible hacerse de nuevo con él, quedando este desvalido en el suelo, indefenso y rodeado por una decena de enemigos. Télcar, cansado de las injusticias y de la vandálica conducta que les invadía, no ignoró aquella situación y corrió en su auxilio, agarrando aquel escudo, con el que defendió a Khan, a Forn y a todos sus vecinos y amigos, pues su gran fuerza física le dotaba de una gran habilidad defensiva y ofensiva insólita con aquel escudo. Khan, incrédulo a lo que estaba presenciando, no pasó por alto sus grandes cualidades, ofreciéndole una alternativa a su vida, que parecía estar rota desde que perdió su granja. Se comprometió a entrenarlo y a prepararlo para convertirlo en un gran paladín, defensor y cazador de Forn. Sin dudarlo un instante, y durante muchos años, se entrenó hasta convertirse en un talentoso guerrero, equipado con el escudo de Khan, el cual le había regalado, en una muestra de gratitud por su esmero en la defensa y por la brillantez en sus cualidades como paladín.

Pasados dos años de la catástrofe, se reunieron varias facciones de bandidos, ya no para asaltar la aldea, que ya había recuperado su esplendor, sino, en busca de venganza por las infinitas humillaciones recibidas en sus intentos de asalto anteriores. Cercanos al centenar, traían consigo criaturas de todo tipo, en busca de Télcar, que a duras penas resistía el continuo ataque de los enemigos, y ya cuando sus fuerzas llegaban a su límite, una inmensa cúpula mágica apareció sobre Forn, al tiempo que los bandidos se veían mermados gracias a decenas de cadenas moradas mágicas que les atraparon, bloqueando también a las criaturas más peligrosas y poderosas. Télcar busco con la mirada al responsable de aquello, viendo tras él como se acercaba su amigo Laitoh, habían pasado varios años, pero sin duda lo reconoció y desde entonces, y después de expulsar a los bandidos, combatieron codo con codo en la defensa de Forn, fortaleciendo sus habilidades y su amistad, convirtiéndose ambos en la defensa más impenetrable de toda la región, ignorando la relevancia de sus acciones, que marcarán un antes y un después en el destino de todo Rahaylimu.

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