Nuevo personaje en nuestra segunda entrega.
El sexto de ocho hermanos, hijo de una de las familias más poderosas de Rialtor, encargada del buen uso del poder arcano en la ciudad, y enemistada desde hace varias generaciones con la familia Priontre, la cual es encargada de salvaguardar y asignar los objetos mágicos así como mano derecha del dirigente de la región, quienes bajo su consigna, incautaron varias reliquias de la familia Vhudo, lo cual inició las hostilidades entre ambas.
A sus ocho años, asistió tal y como marca la tradición, al banquete de inauguración del Torneo de Rialtor, donde se encontraría con los demás hijos de las otras casas. Sus ojos se posaron en Verna Priontre en aquella edición, una hermosa muchacha de su edad, entablaron amistad sin tener en cuenta las prioridades de sus padres. Crecieron juntos, y cuidaron el uno del otro, hasta que Verna cayó enferma a pocos días de cumplir sus catorce. Maiken se encontraba a las afueras de la ciudad, practicando con su maestro de armas el tradicional manejo arcano de sus puños, es excelente en su uso, así como verdaderamente ágil y sigiloso en sus movimientos, sin duda daría muchas alegrías a su familia, en opinión de su padre. Y es por esto que confiaron en él para la nueva misión familiar, habían tenido noticia de la existencia de un objeto que para ellos no era más que una mera leyenda, y que por encima de todo debían poseer, pues con este y la recuperación de sus reliquias sustraídas, ganarían el poder suficiente como para poder imponerse como dirigentes.
Maiken recibió la misiva durante su entrenamiento, y raudo partió a despedirse de Verna, quien solía por las tardes, disfrutar de las vistas de los jardines al norte de la ciudad, siempre acompañada de sus amigas. Pero, no la encontró con ellas, y estas le comunicaron que no la habían visto en todo el día, así pues, y contrariado, se decidió a buscarla, empezando por Villa Priontre, donde conocían y rehusaban de la relación de su hija con él. Intentó entrar por la puerta principal, los guardias le cerraron el paso, pues tenían órdenes explícitas de no dejarle pasar, así pues, resignado, y sin saber por qué no había salido de su morada, se empeñó en averiguar qué ocurría. Escaló los muros y se coló por las mazmorras, donde pudo ver al sanador del castillo, le siguió y averiguó muy a su pesar, que Verna yacía pálida, se acercó, tomó su mano y le acarició la fría y sudorosa frente. Supo entonces que su dolencia era mortal, lenta y muy difícil de sanar. Por lo que se conoce, solo algunas hiervas de la región de Perfos, pueden someterla, pero aún y así, no es seguro que pueda erradicarla. Lord Priontre apareció en ese momento, furioso por verle, pero en su mirada logró obtener el perdón en su corazón herido, se le acercó y posó su mano en su cabeza, a la vez que posaba la otra sobre las manos entrecruzadas de ambos jóvenes.
—¿De cuánto tiempo dispongo? preguntó Maiken al sanador.
Se puso en pie, y pidiéndole permiso con la mirada a Lord Priontre, abandonó la Villa. Decidido se encaminó hacia el norte, a las gélidas tierras de Perfos, con el pergamino de la misión de su familia olvidado entre sus ropajes, teniendo como único objetivo encontrar ese atisbo de esperanza que las extrañas plantas pudiesen darle. Duro fue su viaje, y aunque sus intenciones fuesen buenas, no lo eran tanto sus formas, y se encontró con obstáculos que le impidieron culminar con sus deseos, no se rindió, no al menos durante un largo año de intentos desesperados, hasta que se resignó. Pero, y ya lejos de encontrar las fuerzas suficientes, finalmente, en una taberna al oeste de Rialtor, cerca del Mar Gaspiano, vio la posibilidad y resurgió la esperanza en su corazón.
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