Herrero de Galdin, hacedor de armas y armaduras.
Curioso, simpático y fornido adolescente, que como tantos otros se maravillaba por encaminarse hacia la peregrinación, deseando partir de su aldea, pero para ello, debía pasar por Rialtor, un largo y arduo camino que le retenía por el momento en su hogar.
Sus virtudes se aferraban a su martillo, pero no un martillo de guerra, su don no esta en el camino del combate, ni tan siquiera, su dominio del poder arcano era excepcional, pero ya desde joven, tenía predilección por la herrería. Desde que sus padres le llevaran por primera vez al centro de la aldea, donde los artesanos preparaban todo tipo de objetos y vestimentas, le fascinó cómo de un mineral, los herreros eran capaces de crear espadas y escudos. Su objetivo desde aquel momento lo tenía claro, quería ser el aprendiz del herrero, y así fue, al menos durante un tiempo, pues su determinación, tamaño y fuerza, pronto le valieron para superar a su maestro. Ávido por conocer nuevas técnicas, recorrió en su particular peregrinaje las tierras de los Perfos, conocidos por todos como sobresalientes maestros herreros, y recorrió gran parte de Rethah, adquiriendo la maestría necesaria para poder trabajar con cualquier mineral, aleación o material de cualquier índole, con el fin y acompañado de su inacabable imaginación, para crear cualquier objeto necesario para cualquier situación.
Durante un par de décadas vagó ofreciendo sus servicios por allá donde sus pies le llevasen, ayudando y creando un sinfín de armas y armaduras. Hasta que decidió por fin, desquitarse y partir hacia Rialtor, pues había oído que el torneo iba a llevarse a cabo en poco tiempo, y en una conversación de taberna le instaron a que fuese a enseñar a los herreros de la capital, pues de vez en cuando, alguna espada se partía por la deficiente cocción en su preparación. Él sabía que había buenos herreros en la gran ciudad, pero para el torneo, la demanda es tan alta que cualquier aprendiz podría vender cualquier chapuza que aparente ser bonita.
Se labró gran reputación durante aquel evento, y el favor de algún Lord, pero lo que realmente le cambió la vida, fue encontrarse entre todo aquel tumulto, al amor de su vida, aquella muchacha que dejó en su aldea, con la que jugaba y se miraban de reojo sin atreverse a cruzar un par de palabras. Desde aquel día del torneo, ambos vivieron sus aventuras juntos. Pasaron algunos meses viviendo y aprovechando ese favor de aquel Lord, hasta que un día, una mujer llamada Rin, se presentó ante ellos, y sin saber explicar cómo ocurrió, se unieron a su marcha, asentándose lejos en una colina al este de Rialtor, cerca de la frontera con los Sintiary, donde poco a poco y junto a otros como ellos, fundaron la aldea de Galdin, donde tras un par de lustros, actualmente viven y trabajan en equipo para repudiar el reciente mal que se ha instaurado sobre su región, Rethah.
Debe estar conectado para enviar un comentario.