Adala

Personaje de la primera entrega de Galdin- El resurgir del mal.

Adala, poderosa mujer y querida por todos en la aldea de Bliza, situada en el vasto territorio de Rethah, donde se dedica plenamente a su protección, pues siendo niña, siempre creyó gracias a las enseñanzas de sus padres, que el honor es lo más importante entre Se’irims, así pues, jamás ha faltado al suyo, dando siempre el máximo y lo mejor de sí para defender a sus conocidos.

Tal era su devoción, que antes de partir en su peregrinaje, contrató por propia cuenta a unos mercenarios de confianza que protegiesen a Bliza en su ausencia. Partió en busca de paz interior y espiritual, aprendiendo además en su viaje diferentes técnicas de combate de diversos maestros de armas, pero, solo de aquellos que ella considerase que eran hombres y mujeres dignos según sus estándares.

Sus hazañas durante su viaje por el territorio de Rethah fueron muy conocidas, tanto que, en un soleado día en un inhóspito valle, se presentó ante ella un capitán del ejército imperial llamado Raxio, con la intención de reclutarla para que se uniese a su batallón. Y así fue, pues con él creyó que había mucho que aprender, pudiendo asistir a decenas de batallas en las que no solo descubrió nuevas habilidades de sí misma, también aprendió mucho de la disciplina imperial.

La amistad entre ambos se hizo fuerte, así como también la que tuvo con su hija Alessa, sin embargo, aquella situación desagradaba profundamente a la mujer de Raxio, cuya relación degeneró hasta crear tensiones en su matrimonio. Adala no quería causarles problemas, así pues, dimitió de su cargo en el ejército imperial, con la excusa que debía seguir con su viaje y que sus padres y amigos le esperaban. Aquello apenó a Raxio y a su hija, pero de buen grado aceptaron la decisión de Adala, quien partió de nuevo a Bliza, donde todos la recibieron con festejos.

Adala creció en su viaje, como luchadora, pero, sobre todo, como persona, es una mujer honorable, sensata y con una educación y disciplina mayor que la de muchos de los líderes de las aldeas, ciudades y razas conocidas. Lo que nunca hubiese imaginado, es que aquella bondad que le caracterizaba le llevaría a contrariar a su líder por una Hartach que venía a su aldea en busca de ayuda para combatir un enemigo común.

Partiendo así de nuevo, dejando atrás a sus seres queridos, demostrando a aquellos que incapaces de ver mas allá de la piel, que el interior, el alma, es mucho mas importante que los prejuicios que pueda tener cualquiera.

Alessa

Alessa – Descubre nuestros personajes.

Rebelde muchacha de unos dieciocho años de edad, pelirroja, de larga y cuidada cabellera ondulada, suaves facciones y ojos pardos, esbelta, apasionada y curiosa, ávida aventurera, descendiente de una casa noble de Rialtor, el ojo derecho de su padre Raxio, quien siempre la alienta en sus inquietudes. Por el contrario, Roan, muy arraigada en la sociedad y el protocolo de la alta cuna, su madre siempre le inculca y le reprime, con afán de no destacar en lo que para su juicio no corresponde con una muchacha de su estatus. Tiene el favor de una de las más importantes casas de la capital de Rethah, y es por ello, que sus mandatos prevalecen bajo su techo y nadie se atreve a contradecirla sin esperar una severa reprimenda a cambio. Su apellido sufrió un severo revés al ser su marido acusado de traición por albergar bajo su techo a un joven buscado por la ley de los hombres, y tras esto y la pérdida de su reconocida posición, Roan se ganó el afecto de aquellos señores solteros que anonadados por su belleza y determinación intentan ganarse su favor.

Desde su niñez, siempre ha sido diferente a sus compañeros de juegos, y más adelante de sus compañeros de estudios, pues en ella siempre se ha impuesto su impetuosa personalidad, al contrario que sus habilidades por lo arcano, cosa que a ella no le agradó demasiado, pues sentía curiosidad por aquello que evolucionaba a su alrededor, y utilizar la magia siempre ha sido algo que le ha llamado poderosamente la atención. Incapaz de dominar lo básico, aun practicando en cualquier ocasión que su tiempo le permitiese y recibiendo por parte de Raxio toda la ayuda que le fue posible, el poder arcano, para ella no fue más que algunas insignificantes chispas entre sus dedos.

Su dicha culminó, cuando un día de hace algunas semanas, despertó tras una terrible pesadilla, terrible, pero emocionante también, pues en esta, se encontraba en un oscuro lugar, con oscuras y terribles criaturas a su alrededor, quienes por alguna extraña razón la observaban. Asustada intentó moverse, y se halló tumbada e inmovilizada, sobre lo que parecía un altar de piedra negra, imposibilitada mágicamente en su hablar, pudiendo únicamente mover sus ojos. Se percató de una levitante y tenebrosa sombra que se le acercaba por sus pies, que una vez hubo llegado a ella, unas espectrales manos se posaron sobre las puntas de sus dedos y unos violetas ojos, fulgurantes cual llamas, aparecieron de súbito y la observaron fijamente, precipitándose hacia su cara, momento en el que despertó. Taquicárdica abrió sus ojos, calmándose al situarse en su habitación, y tras un instante, volviendo a acelerar su corazón al volver a notar su imposibilidad de movimiento. Su asustadiza furia interna se desató en ese instante, estallando desde su interior un aura magenta que la liberó de sus mágicas ataduras y que a su vez se expandió fuera de su alcoba, despertando y alertando a quienes habitan en su morada. Sorprendida por igual por lo que al instante sucedió, pues al parecer, se encontraba levitando, y cayó a plomo sobre su cama, apeándose cual resorte aterrada por lo incomprensible de la situación. Raxio fue el primero en llegar a su umbral, y sorprendido se encontró con una puerta que casi le golpea en los morros al abrirse, y hallándose cayendo de culo al suelo por el placaje que su hija le hubo propinado. Envuelta en la magenta aura, e irradiando en sus ojos de igual color, cual pulso de su corazón. Roan, atemorizada por el qué dirán, esperó a que Raxio partiese en misión con el ejército Imperial y la recluyó desde entonces en las oscuras y gruesas mazmorras de su hogar. Y así pues, pudo explorar sin descanso, sus nuevas capacidades extrañamente adquiridas.