Rebelde muchacha de unos dieciocho años de edad, pelirroja, de larga y cuidada cabellera ondulada, suaves facciones y ojos pardos, esbelta, apasionada y curiosa, ávida aventurera, descendiente de una casa noble de Rialtor, el ojo derecho de su padre Raxio, quien siempre la alienta en sus inquietudes. Por el contrario, Roan, muy arraigada en la sociedad y el protocolo de la alta cuna, su madre siempre le inculca y le reprime, con afán de no destacar en lo que para su juicio no corresponde con una muchacha de su estatus. Tiene el favor de una de las más importantes casas de la capital de Rethah, y es por ello, que sus mandatos prevalecen bajo su techo y nadie se atreve a contradecirla sin esperar una severa reprimenda a cambio. Su apellido sufrió un severo revés al ser su marido acusado de traición por albergar bajo su techo a un joven buscado por la ley de los hombres, y tras esto y la pérdida de su reconocida posición, Roan se ganó el afecto de aquellos señores solteros que anonadados por su belleza y determinación intentan ganarse su favor.
Desde su niñez, siempre ha sido diferente a sus compañeros de juegos, y más adelante de sus compañeros de estudios, pues en ella siempre se ha impuesto su impetuosa personalidad, al contrario que sus habilidades por lo arcano, cosa que a ella no le agradó demasiado, pues sentía curiosidad por aquello que evolucionaba a su alrededor, y utilizar la magia siempre ha sido algo que le ha llamado poderosamente la atención. Incapaz de dominar lo básico, aun practicando en cualquier ocasión que su tiempo le permitiese y recibiendo por parte de Raxio toda la ayuda que le fue posible, el poder arcano, para ella no fue más que algunas insignificantes chispas entre sus dedos.
Su dicha culminó, cuando un día de hace algunas semanas, despertó tras una terrible pesadilla, terrible, pero emocionante también, pues en esta, se encontraba en un oscuro lugar, con oscuras y terribles criaturas a su alrededor, quienes por alguna extraña razón la observaban. Asustada intentó moverse, y se halló tumbada e inmovilizada, sobre lo que parecía un altar de piedra negra, imposibilitada mágicamente en su hablar, pudiendo únicamente mover sus ojos. Se percató de una levitante y tenebrosa sombra que se le acercaba por sus pies, que una vez hubo llegado a ella, unas espectrales manos se posaron sobre las puntas de sus dedos y unos violetas ojos, fulgurantes cual llamas, aparecieron de súbito y la observaron fijamente, precipitándose hacia su cara, momento en el que despertó. Taquicárdica abrió sus ojos, calmándose al situarse en su habitación, y tras un instante, volviendo a acelerar su corazón al volver a notar su imposibilidad de movimiento. Su asustadiza furia interna se desató en ese instante, estallando desde su interior un aura magenta que la liberó de sus mágicas ataduras y que a su vez se expandió fuera de su alcoba, despertando y alertando a quienes habitan en su morada. Sorprendida por igual por lo que al instante sucedió, pues al parecer, se encontraba levitando, y cayó a plomo sobre su cama, apeándose cual resorte aterrada por lo incomprensible de la situación. Raxio fue el primero en llegar a su umbral, y sorprendido se encontró con una puerta que casi le golpea en los morros al abrirse, y hallándose cayendo de culo al suelo por el placaje que su hija le hubo propinado. Envuelta en la magenta aura, e irradiando en sus ojos de igual color, cual pulso de su corazón. Roan, atemorizada por el qué dirán, esperó a que Raxio partiese en misión con el ejército Imperial y la recluyó desde entonces en las oscuras y gruesas mazmorras de su hogar. Y así pues, pudo explorar sin descanso, sus nuevas capacidades extrañamente adquiridas.
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